martes, 6 de mayo de 2025

El Ethio-Jazz


El Ethio-jazz, también conocido como Ethiopian jazz, es un género musical que combina las escalas tradicionales de la música etíope con el jazz, el funk, el soul y, en algunos casos, con la música latina. Esta mezcla da lugar a una sonoridad única, exótica y profundamente emotiva que ha capturado la atención de audiencias de todo el mundo. Surgido a mediados del siglo XX, el Ethio-jazz no solo representa una revolución musical en África, sino que también se ha convertido en un símbolo de identidad cultural, resistencia y modernidad.


Orígenes del Ethio-jazz
La historia del Ethio-jazz comienza en la década de 1950, en un contexto social y político muy particular. Etiopía, uno de los pocos países africanos que nunca fue colonizado formalmente, mantenía una identidad nacional fuerte. Sin embargo, también estaba cada vez más expuesta a influencias occidentales a través de la radio, los viajes diplomáticos y la diáspora. Durante el reinado del emperador Haile Selassie, la música empezó a modernizarse con la adopción de instrumentos occidentales, como el saxofón, la trompeta, el piano eléctrico y la guitarra eléctrica.
Uno de los momentos clave fue cuando músicos etíopes comenzaron a recibir educación formal en música clásica y jazz, tanto dentro como fuera del país. El intercambio cultural permitió que estos artistas se familiarizaran con los sonidos del jazz norteamericano, la música cubana, el soul y el funk, los cuales luego fusionaron con las ricas tradiciones modales y rítmicas etíopes.


Mulatu Astatke: El padre del Ethio-jazz
El nombre más emblemático del Ethio-jazz es sin duda Mulatu Astatke. Nacido en 1943 en Jimma, Etiopía, Astatke estudió en la Trinity College of Music en Londres y más tarde en el Berklee College of Music en Boston, siendo el primer estudiante africano en esta prestigiosa institución. Fue durante su tiempo en Estados Unidos que Astatke comenzó a concebir la idea de fusionar los modos etíopes tradicionales con el jazz.
Al regresar a Etiopía a finales de los años 60, Mulatu grabó varios álbumes que serían fundamentales para la creación y difusión del Ethio-jazz. Su música, en la que predomina el vibráfono, combinaba los patrones rítmicos irregulares de Etiopía con las armonías sofisticadas y la improvisación del jazz. También incorporó elementos del funk, el soul y la música latina, creando un sonido completamente nuevo y reconocible al instante.
Entre sus obras más conocidas se encuentran "Yèkèrmo Sèw", "Tezeta", "Mulatu of Ethiopia" y "Yègellé Tezeta". Estas piezas se convirtieron en himnos del género y fueron reeditadas décadas después por el sello francés Éthiopiques, que tuvo un papel crucial en la revalorización del Ethio-jazz a nivel global.


Características musicales del Ethio-jazz
El Ethio-jazz tiene una serie de características que lo hacen singular:
-Escalas modales tradicionales: Etiopía tiene más de cinco modos musicales autóctonos (conocidos como kignits), que no se ajustan al sistema occidental de escalas mayores y menores. Estos modos aportan una sonoridad melancólica y exótica.
-Ritmos irregulares: Muchas canciones tienen compases inusuales y polirritmias, lo que da una sensación compleja y envolvente.
-Instrumentación híbrida: Se utilizan instrumentos occidentales como saxofón, bajo, guitarra eléctrica, batería y piano junto con elementos de percusión etíope y, ocasionalmente, instrumentos tradicionales como el krar o el masenqo.
-Improvisación: Como en el jazz, los músicos suelen improvisar, aunque el enfoque suele ser más melódico y meditativo que virtuosístico.
-Influencia del funk y soul: En algunas piezas se pueden encontrar grooves bailables y líneas de bajo muy marcadas que recuerdan a James Brown o Booker T. & the M.G.'s.


El contexto político: del apogeo al silencio
Durante la década de 1960 y principios de los 70, Etiopía vivió un auge cultural bajo el mandato de Haile Selassie. Las grandes orquestas estatales como la State Jazz Band, la Police Orchestra y la Army Band proliferaban en Addis Abeba. Era común que bares, clubes y hoteles ofrecieran música en vivo de alta calidad.
Sin embargo, el golpe de Estado de 1974 que derrocó al emperador Selassie y dio paso al régimen militar del Derg cambió todo. La censura, la represión y la guerra civil que siguieron prácticamente destruyeron la vida cultural del país. Muchos músicos huyeron al exilio o abandonaron la profesión. Mulatu Astatke, por ejemplo, pasó varios años fuera del país.


Resurgimiento internacional
El Ethio-jazz fue redescubierto internacionalmente en los años 90 gracias al trabajo del productor francés Francis Falceto, quien creó la serie de compilaciones Éthiopiques. Estas recopilaciones pusieron al Ethio-jazz en los oídos de nuevas generaciones, especialmente en Europa y América.
El auge del interés global en las músicas del mundo y la cultura vinilo también contribuyeron a esta revalorización. Películas como Broken Flowers (2005) de Jim Jarmusch, que usó temas de Astatke en su banda sonora, acercaron el género a una audiencia más amplia.
Desde entonces, Astatke ha colaborado con bandas como The Heliocentrics, y músicos como Okay Temiz, Steps Ahead o Black Jesus Experience. Su legado sigue vivo y el Ethio-jazz ha inspirado a muchos artistas contemporáneos.


Nuevas generaciones y fusiones actuales
Hoy en día, el Ethio-jazz sigue siendo una fuente de inspiración para músicos de todo el mundo. En Etiopía, artistas como Samuel Yirga, Kibrom Birhane y Hailu Mergia han continuado explorando el género. En el extranjero, bandas como Debo Band, Anbessa Orchestra, Arat Kilo y Imperial Tiger Orchestra reinterpretan el Ethio-jazz con una sensibilidad moderna.
También se han desarrollado fusiones con hip hop, electrónica, afrobeat y hasta dub. Esta versatilidad demuestra que el Ethio-jazz es mucho más que una etiqueta nostálgica; es una corriente viva, con un enorme potencial creativo.


Video recomendado

Mulatu Astatke – Yègellé Tezeta (1974) 



Conclusión
El Ethio-jazz es mucho más que una curiosidad musical africana. Es una fusión cultural sofisticada que ha logrado mantenerse vigente durante décadas, a pesar de las turbulencias políticas. Su mezcla de tradición y modernidad, de melancolía y ritmo, ha dejado una huella profunda en la historia de la música contemporánea. Con artistas como Mulatu Astatke al frente, este género ha demostrado que la innovación no tiene fronteras y que la identidad cultural puede ser una plataforma poderosa para la creación artística. Hoy, el Ethio-jazz sigue creciendo, inspirando a nuevas generaciones y recordándonos que la música, en su forma más pura, es un lenguaje universal.

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